El sábado pasado, coincidiendo con la Feria agro-alimentaria artesanal, de Alquézar, en Panadería L’Artica hemos comenzado la temporada de los pastillos. Por primer día y hasta que llegue la calor, haremos muchos de ellos.
Los pastillos o empanadicos de calabaza, han sido el dulce más típico del Somontano para las fechas navideñas. Dulce por excelencia de los duros inviernos del pre pirineo.
Mis recuerdos de este dulce, se remontan al día de la lotería, año tras año, mi abuela amasaba y formaba bolas para los pastillos.
Venía la familia de vacaciones y era el mejor presente para obsequiarles. Esto, junto con las almendras garrapiñadas y fritas. Les encantaban!!
La variedad con la que se elaboraban y se continua haciendo, se denomina Radiqué que todavía no está en su momento de maduración más optimo, pero siempre hay piezas más tempranas.
Se preparan con ingredientes de primera calidad,como son las calabazas ecológicas de la huerta, aceite virgen de oliva de Alquézar, azúcar, canela, chocolates y cabello de ángel (otra variedad de calabaza de la que elaboramos confitura)
Realizamos la masa y hacemos bolas (las dejamos reposar junto al horno), en aquel entonces, mi abuela las ponía sobre paños de cáñamo y tapadas con paños de lino y algodón, pegadas junto a el calderín de agua de la cocina económica, en aquella época, en todas las casas del pueblo había una de aquellas cocinas, con hornito de leña. Durante todo el día, de paso que se calentaba la cocina, era el único lugar de la casa que se estaba caliente, no había calefacción por el resto.
Pues como os contaba, todo el día había sobre la cocina una, dos o tres cazuelas. De verduras, legumbres, caldos, patas de cerdo, tordas con cebolla, la comida que hubiera ese día. Poco a poco y durante muchas horas, se iría cociendo la comida, que todos junto a la mesa tomarían ese día y cuando se recogía la comida, la escena se repetía, volvía ser la misma para la cena. Y junto a las ollas, las bolitas, blanditas, suaves. Tocarlas a los niños de la casa, nos gustaba y la abuela gruñía, porque no quería ni que las destapáramos, luego comprendí que rompíamos el proceso de levar, de fermentar.
Una vez que la masa ha fermentado, estirado y dado forma, se rellena con la calabaza, hay que tener mucha paciencia para pelar y cortar en trozos uniformes la calabaza, se pone en orden encima de la masa, se espolvorea con azúcar, aceite y canela, se tapa con la misma masa, se dobla haciendo un orillo para que quede bien sellada y al horno. En un ratito, tenemos unos deliciosos pastillos.
Y como huelen, como huelen, madre mía!!! que recuerdos, transportan……..cientoveinticincomillllllllllllllllllpeeeesseeetaas.
-Va a salir el gordo y los pastillos sin acabarr!!!!
Buen provecho.